Granos sueltos en la cadena productiva del maíz

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A más de un año de su puesta en marcha –desde el mes de julio de 2020– la moderna y eficiente planta de secado, beneficio y empaque de granos de la provincia de Granma (cuya inversión ascendió a más de cinco millones de pesos), aún no ha podido explotar, ni siquiera "a media máquina", sus amplias capacidades de procesamiento, fundamentalmente con el maíz, en el que se centraron las mayores expectativas del territorio.

La planta de granos es una inversión que no ha podido explotarse a plenitud. Foto: Mailenys Oliva Ferrales

De hecho, en pleno pico de la cosecha del grano (ocurrido durante los pasados meses de septiembre y octubre) poco o casi nada se vio del ir y venir de camiones, carretas y tractores llegados desde el campo hasta esa industria, perteneciente a la empresa Agroindustrial de Granos José Manuel Capote Sosa.

    Resulta que, con una capacidad instalada de procesamiento anual de unas 18 000 toneladas de granos (incluye maíz, frijol y otros) y luego de una arrancada exitosa de la instalación –que entre julio y diciembre de 2020 benefició unas 5 000 toneladas de maíz destinado al alimento animal–; durante este 2021, y a dos meses de concluir el año, solo se han recibido en la planta unas 820 toneladas del grano dorado.

Si a ello se suma que, según fuentes de la Delegación de la Agricultura, en la provincia se sembraron unas 20 000 hectáreas de maíz durante este calendario (amén de los bajos rendimientos y las pérdidas de algunas cosechas), el más simple cálculo indica que "la lista no juega con el billete".

Ante este descenso en la entrega de maíz a la industria, Granma dialogó con productores, representantes de cooperativas y directivos de la planta de granos y de la Agricultura, a fin de conocer las causas, condiciones y nudos que entorpecen el empeño del país de impulsar este cultivo y reducir su importación.

De costos y tropiezos

Desde su arrancada, la planta granmense –enclavada en la comunidad bayamesa de El Country– fue calificada por la mayoría de los productores como una "verdadera bendición", pues vino a allanar el proceso de contratación y comercialización del maíz, y a eliminar varios de los gastos después de la cosecha, como el de recibir el grano con niveles de humedad por encima del 20 %, entre otras ventajas. ¿Qué ha sucedido entonces?

Para Ángel Tamayo Yero, director de la unidad empresarial de base Beneficio de Granos (donde radica la planta), no basta con esos beneficios y la subida de los precios del maíz –que se paga ahora a 651 pesos el quintal– para lograr que los productores concurran allí. "Este es un proceso más integral que empieza en el campo", apuntó.

    "Cuando se hace un contrato con un productor se efectúa sobre la base de que ese hombre que trabaja la tierra va a poder adquirir a tiempo los insumos, el combustible y el paquete tecnológico que requiere su cultivo (en este caso el maíz), y al no haber podido honrar este año ese compromiso, tal situación ha permitido que los campesinos hayan vendido gran parte de sus cosechas a quien ellos consideren", añadió el directivo.

El ejemplo más concreto es que de las 6 600 toneladas de maíz contratadas por la industria con 154 cooperativas para este 2021, apenas se hayan recibido poco más de 800 toneladas del grano, entregadas por unas 80 bases productivas, "aun cuando la demanda de maíz en la provincia para el consumo de alimento animal sea de unas 10 000 toneladas", acotó Tamayo Yero. (Ante esta realidad cabe preguntarse qué pasa con quienes no honran el contrato).

Entre las causas expuestas por los campesinos para no cumplir con las cantidades pactadas, el directivo detalló que muchos referían no tener combustible o forma de trasladar la cosecha del campo a la planta, "por lo que les propusimos dos alternativas: pagarles 30 pesos adicionales por quintal si traían el maíz hasta la industria, o ponerle el transporte y, además, pagarle 20 pesos. Así es como hemos logrado obtener la entrada, a cuentagotas, del grano, y no ha sido suficiente estímulo", destacó.

"Incluso hemos ido al municipio de Niquero (ubicado a más de 120 kilómetros de la planta) por solo dos toneladas de maíz, o a Pilón (más de 200 kilómetros) por apenas 13 quintales, con el consecuente gasto de combustible que eso genera, porque nos llaman diciendo que tienen, por ejemplo, 20 toneladas del grano, y cuando nuestro carro llega ya le han ofrecido un pago más tentador, de mil o 1 500 pesos el quintal, y han vendido la mayor parte de esa producción", dijo Tamayo Yero.

Al respecto, el productor Manuel Garcés Rosales, quien lleva más de 30 años dedicados al cultivo del maíz, aseguró que en ese asunto hay aún mecanismos enrevesados y varios cabos sueltos.

    "Los campesinos somos los primeros agradecidos con la planta porque es un beneficio enorme que nos quita de arriba unos cuantos gastos, como secar el maíz en la carretera o en los techos de las casas, pero hay que ajustar los precios de la ficha de costo actual, pues no puedo contratar una producción que me cause pérdidas", advirtió Garcés Rosales y enumeró algunas de las limitaciones que presenta la siembra del cultivo.

    "Para nadie es un secreto que el bloqueo ha limitado la entrada de combustible al país, y al no poder contar con ese recurso, mediante la cooperativa, se te encarece la producción, pues hay que comprarlo directo en el Cupet o preparar la tierra con bueyes, un servicio que ha ido subiendo también.

    "A esa situación hay que añadirle los elevados precios de los insumos; es decir, que el problema no es el pago del maíz, sino bajar el precio de los servicios y sobre todo el de los fertilizantes, y los herbicidas, muchos de los cuales han elevado hasta siete y más veces su valor", expresó el campesino.

Jorge Suárez Arévalo, vicepresidente de la cooperativa Ulises Góngora Valera, de Bayamo, refirió que es complejo exigirles a los productores las ventas del grano a la industria cuando los cálculos demuestran que las cuentas no siempre dan y que, por otro lado, el quintal pagado por vías no contratadas supera los mil pesos.

Por su parte, Alexander Rojas Pérez, delegado de la Agricultura en Granma, explicó que aunque este fue un año en el que se sembró mucho maíz en la provincia, no se contó en el país con el respaldo en los paquetes tecnológicos (fertilizantes y herbicidas), y eso influyó en que los rendimientos no alcanzaran la tonelada por hectárea y una parte del grano no se cosechara.

    "También con la liberación de los precios de los productos agropecuarios el maíz ha tenido una competencia, pues se puede vender en dos variantes: verde (su periodo es de unos 80 días) o seco (cuya cosecha demora cerca de 120 días), y el precio del maíz tierno es muy tentador –alrededor de tres pesos la mazorca–, por lo que una buena parte de la producción del grano se destinó a la venta a la población", subrayó Rojas Pérez.

No obstante, reconoció, es cierto que se debe proteger el maíz dirigido a la producción de alimento animal, pero para lograr que sea una oferta atractiva, a fin de que el productor comercialice el grano con la industria, en su opinión, debe combinarse el cumplimiento del contrato con la entrega del paquete tecnológico y de los insumos que demanda ese campesino.

Otros "engranajes sueltos"

A pesar de las limitaciones reales que hoy dificultan obtener mayores volúmenes productivos en el maíz –según exponen los directivos de la planta de granos– falta, además, un adecuado control sobre las producciones agrícolas que influyen en ese programa.

En tal sentido, Juan Luis Paz Tornés, jefe de Producción de la entidad, señaló que junto a la inversión de la planta y como parte del proyecto Prodecor (el cual ha fomentado el desarrollo rural cooperativo en la región oriental con el montaje también de otras tres industrias en las provincias de Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba), en Granma fueron beneficiadas con tractores, implementos agrícolas, capacitación y computadoras 33 bases productivas destinadas a la siembra de granos.

    "Esos equipos, valorados en cerca de un millón de dólares, y las 1 300 hectáreas que fueron favorecidas con sistemas de riego por Prodecor, no están aportando todo lo que pudieran", aseveró Paz Tornés, quien agregó que un 40 % de esas tierras se ha destinado a otros cultivos y no para lo que fueron diseñadas.

    "Tenemos ejemplos muy buenos de productores beneficiados por el proyecto que obtienen rendimientos de hasta cuatro y cinco toneladas de maíz por hectárea, y honran su compromiso con la industria, pero son la excepción y no la regla; y no estamos diciendo que no se siembren otros cultivos, sino que se exploten más esas áreas en función del objetivo con que se crearon", planteó el directivo.

A todas luces, queda claro que es preciso organizar mejor y con prontitud el proceso de siembra y cosecha del maíz, así como ajustar los eslabones sueltos de una cadena productiva y de comercialización en la que cada grano cuenta para oxigenar la economía del país y sustituir importaciones.

 

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La Habana, Cuba
  • Última actualización: Lunes 17 Octubre 2022, 14:33:34.

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