Ruidos y brisas del tomate

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La voz del pueblo

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Anida una preocupación entre productores de tomate, sobre todo en zonas como Mamonal, en el municipio de Majagua, emporio de ese cultivo en la provincia y de obligada referencia en el país.

La industria avileña puede convertir el tomate en puré, salsa, jugo, pasta y kétchup.

El asunto no parece estar en las atenciones culturales; tampoco asociado a fenómenos como la sequía (causante de no pocos estragos el pasado año) ni a las lluvias que esta vez amenazaron con crear problemas. Radica en el determinante plano del procesamiento.

Como explica Oscar Téllez Cepeda, delegado municipal de la Agricultura, hay realidades que no pueden ser obviadas. Y refiere la perspectiva de entregar a la industria, desde allí, unas 16 000 toneladas (2 000 por encima del récord establecido en 2014); lo bien que ha despuntado la cosecha y la imposibilidad de contar con la fábrica majagüense: tratando todavía de coronar un proyecto con la República Popular China, que debe triplicar capacidades, pero que aún no concluye, aunque avanza.

Si en 2017 Ciego de Ávila procesó unas 20 000 toneladas —y hubo, como en otras temporadas, sus cuellos de botella o contratiempos— ahora se estima fletar hacia la industria no menos de 32 000. Área sembrada hay para ello (aproximadamente 2 400 hectáreas) en los sectores estatal, cooperativo y campesino de todos los municipios, aunque algunos sobresalen más.

“Por eso hemos concebido una estrategia para aprovechar, lo mejor posible, todas las capacidades mediante la Unidad Empresarial de Base (UEB) Industrial Ceballos (conocida como El Combinado), la red de minindustrias, instalaciones como La Trocha, del sector alimentario y una con que cuenta la Empresa Azucarera, además del apoyo que podrían ofrecer provincias vecinas, si hiciera falta”, afirma Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la Agricultura.

inter ceballos industria

 

VISTA HACE PURÉ

Un vistazo por los escenarios de segura confrontación, quizás ayudaría a moldear un poco la confianza o la seguridad que, para los cruciales meses de marzo y abril, necesitarían Robustiano Domínguez, Tano, Gregorio Hernández, Antonio Moya, Raúl Fernández, Aramís Vázquez, Nelson Placencia y otros productores, cuyos nombres saltan los linderos de las tierras que durante años han ordeñado con apetito productivo para extraerle puré.

“Nunca estuvimos tan bien, como ahora, para enfrentar picos de cosecha”, opina Rodolfo Morales Pérez, director de la UEB Industrial, apta, según él, para recibir más de 400 toneladas cada día, si se organiza bien la cosecha, y procesar 10 000 en el mes.

 “Para ello, la fábrica no solo dispone de las líneas asépticas, de procesamiento, evaporadores y otros elementos vitales del ámbito propiamente tecnológico.

“Estamos ampliando un área de plataforma para mejorar el flujo y mover de 1 000 a 1 200 pallets cada día. Ahí están una decena de montacargas; algunos han presentado dificultades con neumáticos, pero han aparecido soluciones fuera de la provincia.”

Desde su equipo, Richard González Díaz parece estar en frecuencia, al expresar: “Puede venir un volumen grande de tomate, pero nos estamos preparando para recibir producciones como las de Majagua (que han estado entrando sin dificultad). Si te fijas, se está ampliando aquella área, aquí trabajamos 12 horas, y hay disposición para más, si hace falta.”

A pesar de todas las previsiones y de que la fábrica ha elevado de cuatro a 20 toneladas por hora su capacidad para procesar tomate, la situación demanda minucioso seguimiento, para que no se repitan, como en campañas anteriores, irregularidades en la articulación que debe prevalecer entre la cosecha, traslado del producto, procedimientos de recepción y aprovechamiento de las capacidades para procesar los volúmenes planificados.

Ese flujo, bien concebido, será válido para minindustrias como la ubicada en Ceballos Uno, donde se respira similar optimismo. Y es lógico. Como explica Antonio Véliz Piloto, administrador, la misión de los 69 trabajadores es producir; mientras más materia prima reciban, más procesan, mejor se comportan los indicadores económicos y más se refleja en los resultados colectivos y en los ingresos personales.

Es por ello que, sonriente, el joven Yasiel Sánchez Peña les recomienda a los productores de la provincia: “Cero preocupación, manden para acá todo el tomate que tengan.”

TRONCOS Y RETOÑOS

Conocedor, como pocos, de los secretos y revelaciones del tomate, Vicente Echemendía Rodríguez, especialista de Cultivos Varios en la UEB Majagua, perteneciente a la Empresa Integral Agropecuaria Ciego de Ávila, habla con la serenidad y la seguridad de un sabio.

Conoce muy bien lo que ha dicho Duniet Gómez Cruz, director del Centro Comercial de Suministros Agropecuarios: no llegó completo el paquete tecnológico.

Cabe que la inercia de Majagua crea un “ruido”. Tampoco está ajeno a lo que pudo ocurrir si hubiera seguido chubasqueando, pero, también, conoce de lo que son capaces sus 14 cooperativas de Crédito y Servicios, las tres de Producción Agropecuaria y la Unidad Básica de Producción Cooperativa, donde en 2017 se concentraban 333 productores de tomate y hoy ascienden a 345.

Porque ese cultivo sigue retoñando en la perseverancia de hombres como Yamir Saavedra, quien permutó tierra de Florencia para Majagua y hoy fomenta reverdecidos tomatales, o Richard Osorio Pupo, uno de los tres jóvenes que allí recibieron tierra para producir, al terminar su etapa de Servicio Militar Activo.

“Tierra fue lo que quise desde niño —afirma— y no desperdicié la oportunidad. Ahora trabajo aquí con mi padre Rodolfo y con mi tío José Manuel. Tenemos tomate en cosecha. Ojalá me lo procesaran aquí, aunque no me preocupa; lo importante es que me reciban el producto y que no se eche a perder. Yo necesito ese ingreso, la población el tomate y se beneficia la economía.”

¿Y LAS PLACITAS, QUÉ?

“Donde encuentres placitas sin tomate, por estos días, puedes estar seguro de que hay una chapucería detrás”, asegura Orlando Pérez, en implícita alusión a factores de producción, acopio y comercialización que deben sustentar la presencia del vegetal en los puntos de venta, estatales, donde más concurre la población.

Por estadísticas de la Subdelegación de Cultivos Varios, deben ser plantadas 1 400 hectáreas, en cifras redondas, para consumo. Se reporta aproximadamente la mitad. Habrá que afincar la bota. Tierra, agua y buen tiempo hay. Y, además, avidez por un producto que torna más agradable la mesa hogareña y aporta salud.

Su precio en las placitas es de 2.10 pesos. Cuentan que en La Habana llegó a 40.00 una libra. ¡Increíble! Ayer un vendedor (tal vez más re que vendedor) anunciaba a todo pecho: “¡Tomate a 3.00 pesos!”

Qué bien —pensé— ojalá siga bajando. Y, como todo soñador, hasta me pregunté: ¿tanto que un día llegue a estar por debajo del precio estatal? O ¿Tanto que “obligue” a bajarlo, a partir de mejores rendimientos, costos más bajos, mayor eficiencia?

Humm, quién sabe. Retos así no deben ser platónicos para quienes planifican y concretan los procesos productivos y de comercialización. Tal vez baste, para empezar, intentarlo y pensar, cada vez más, como pueblo.

Según el joven Yasiel Sánchez, las minindustrias acumulan experiencia en el procesamiento de esas producciones.

inter ceballos minindustria

Hoy Ceballos está moviendo unos 300 pallets al día, pero debe asumir aproximadamente cuatro veces más.

inter ceballos tomate

 

Fuente: El Invasor periódico de la provincia Ciego de Ávila. Cuba

 

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La Habana, Cuba
  • Última actualización: Lunes 17 Octubre 2022, 14:33:34.

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